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(c) Angela Cappetta/Corbis

Viviendo en un país donde existe el matrimonio igualitario

El 15 de julio de 2010, el Senado argentino aprobó la ley de unión civil de personas del mismo sexo. ¿Cómo afectó esto a la vida de los heterosexuales desde aquella fecha? 

Publicado: 2015-03-10


El 14 de marzo de este año se cumplen nueve años que vine a vivir a Buenos Aires, Argentina. El 15 de julio de 2010, el Senado aprobó, tras quince horas de debate, la ley de matrimonio igualitario. Así la Argentina se convirtió así en el primer país sudamericano en legalizar los matrimonios homosexuales. ¿Ese día del 2010, que se aprobó la normativa que estableció la posibilidad de que las parejas del mismo sexo puedan casarse en igualdad de condiciones que las parejas heterosexuales, cambió algo en mi vida? La respuesta es NO.

Una de las primeras cosas que me sorprendió en 2006 cuando llegué a Buenos Aires era la libertad de las personas. Libertad para hacer cosas sin ser criticados: chicas con el cabello rapado a los lados, abogados con aretito y parejas del mismo sexo que caminaban de la mano por la calle. Sí, como dicen muchos peruanos, “es otra sociedad”, pero, ¿por qué ellos son distintos?

Una vez una chica argentina, que vivió un par de años en Lima y Cusco, me dijo que en el Perú la gente se mete en las cosas del resto, que a los peruanos les encanta criticar al resto, “muchos se creen con la autoridad de juzgar tu vida”. “A la gente la gusta criticar lo que es “distinto” y no solo a nivel de preferencias sexuales, sino en otros ámbitos de la vida”, sentenció la chica. La misma persona me dijo con un tono inquisidor: “Pero el problema principal es que en el Perú se gobierna con la biblia en la mano, no con la Constitución”.  

A diferencia de Argentina, la iglesia católica tiene una casi nula injerencia en la vida política del país. A pesar de que el máximo representante de la iglesia católica es argentino, esta institución no tiene esa capacidad de presión que tiene en nuestro país. La existencia de una numerosa colectividad judía y musulmana, aparte de la católica, hace que el estado sea realmente laico, que tenga que gobernar dejando de lado cualquier tipo de credo religioso.

Otro factor importante de la poca influencia de la iglesia en la vida de la sociedad, es la cercanía que mantuvo esta institución y los militares durante la última dictadura. El silencio cómplice de la curía en las desapariciones de miles de personas hizo que un sector de la población le tenga una resistencia a la iglesia.

Todos esos factores hacen que acá, como dicen muchos en el Perú, sea otra sociedad. Una sociedad donde la policía, por citar un ejemplo, no reprime las expresiones de amor de personas del mismo sexo.

Muchos en el Perú piensan que la aprobación de la Unión Civil es una puerta a la “degeneración de la sociedad” porque como dicen en Levítico 18:22 ``No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación”. Me parece genial lo que dice es pasaje de la biblia y me parece fenómeno que lo cumplan los católicos. Pero, ¿por qué afectar al resto de las personas que no tiene ese credo? En el caso de los curas violadores de niños, ¿los fieles católicos los rechazarán por ser violadores o por homosexuales? Me gustaría ver un plantón, como el de hoy, rechazando ese tipo de actos.

Uno de los tantos comentarios de los seguidores de “Parejas Reales” es que el “loby gay lo que busca en realidad es la adopción”. Claro, porque es preferible ver a los niños pobres y abandonados vagando por la ciudad que siendo cuidado por un par de personas que los quieran. “No hereje, esos niños van a terminar siendo o violados o también gays”, me dirán algunos. Volviendo al caso de muchos curas, bien “machitos”, que usando su posición de ventaja, violaron a menores de su mismo sexo. ¿Estos curitas habrán sido criados también por un “par de maricones” (citando al excelentísimo Bambarén)?

La doble moral

Una conocida de Facebook, que es una de las más fervientes opositoras de la Unión Civil, me hizo un cuestionamiento cuando comencé a salir con una chica de una religión distinta. “Yo no podría estar con alguien que no cree en Jesús”, me dijo una vez. Meses más tarde, en una de esas noches de sábado de conversaciones reveladoras, me dijo que cada vez que “tiraba” con alguien, se tomaba por las dudas la pastilla del día siguiente. Yo iba a la iglesia hasta fines de los 90 y, según recuerdo, eran activos militantes de la castidad y estaban en contra de los métodos anticonceptivos. Obvio que esta chica no representa a todos los que están en contra de la Unión Civil, pero deben existir un par de personas que no siguen a rajatabla los dogmas de la iglesia. Eso sí, “no hay que faltar ningún domingo a misa”.

Mi niñez la transité en los 80. Era de los niños que veía el recordado “Risas y Salsa”, programa en el que aparecía el Gordo Casaretto con un personaje que decía: “Te advierto”, muchacho que tenía una clara inclinación homosexual. No conozco a ningún macho cabrío peruano que se respete que diga esa frase. Ese personaje daba un indicio que habían gays en la sociedad peruana de aquel tiempo, pero hay que “cagarnos de risa” del “gordo cabro” que “seguro debe ser peluquero”. Nunca vi a la “Legión de María” o a algún otro grupo católico publicar una solicitada para condenar a “tan nefasto personaje porque es una clara influencia para los valores cristianos de la familia”. Como el cabro daba risa… pues hay que reírnos de él, porque seguro que era visto como un subhumano que servía como objeto de burlas.

El día después de la aprobación del matrimonio igualitario en la Argentina

Contrario a lo que pueda pensar alguno de los integrantes de los grupos católicos como “Parejas Reales”, la Argentina del 16 de agosto de 2010, para nosotros los heterosexuales siguió siendo la misma de siempre. No, mi compañero de trabajo ese viernes no fue travestido queriéndome dar de besos. No, el vocalista de “Los Sultanes” no estaba en el registro civil casándose con otro hombre. Tampoco llegó el fin de los tiempos, y mucho menos bajó de los cielos un arcángel con su espada de fuego montado un caballo alado.

Mi vida siguió siendo exactamente la misma. Mi novia de aquel entonces, actual esposa y madre de mi hijo, no cambió su conducta en nada. Otras personas sí se vieron beneficiadas porque se les reconoció un derecho. Seguro alguno comentará: “Ojalá que tu hijo no te salga maricón”. En realidad, me voy a preocupar porque sea una buena persona.

Lamentablemente, lo que sucedió en el Perú era más que previsible. La frase de Hernán Romero en la película “No se lo digas a nadie” pinta de cuerpo entero el pensamiento de una gran parte de la sociedad peruana: “¿Un hijo maricón? Hubiera preferido tener un hijo mongolito”.


Escrito por

Luis Vilchez Reyes

Periodista. Viví durante quince años en Argentina, hoy estoy en el sur del desierto israelí. Que sea siempre rock. TW: @lvreyes


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